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La coca y el cacao

 

     La coca es un arbusto de origen amazónico que se da en zonas húmedas entre los 1.000 y 2.000 msnm. Ha sido considerada tradicionalmente por los pueblos indígenas como una planta sagrada de gran valor alimenticio y curativo. La coca es una planta proveniente de Sudamérica, especialmente de los Andes amazónicos. Esta especie se cultiva en los Andes de Bolivia, Colombia, Ecuador, Chile, Argentina y Perú, aunque también se encuentra en su forma silvestre.

     Para las culturas andinas chibcha, aymara y quechua esta planta siempre ha tenido un papel importante en las culturas andinas, tanto para fines rituales, como agente psicoactivo. Ha sido utilizado en el trueque de productos, como digestivo, y también como analgésico y curativo. El uso de la hoja de coca para “mambear” o masticar data de milenios y es universalmente conocido.

     La coca se hizo famosa por su compuesto químico alcaloide: Clorhidrato de cocaína. Esta sustancia es un potente estimulante del sistema nervioso central y con alta tendencia a provocar dependencia.  

 

Narcotráfico

 

     Desde hace 50 años, la coca y su derivado más famoso, la cocaína, han estado en el centro de la violencia en Colombia. En la década de los ochenta, el tráfico de cocaína nutrió a los carteles de Medellín y de Cali, generando el desencadenamiento de unas una ola de violencia en el país por parte de estas organizaciones criminales en la que se presentó el asesinato de miles de personas desde candidatos presidenciales, ministros y miembros del gobierno, hasta agentes de policía y civiles inocentes. El dinero producto del tráfico de cocaína alimentó después a estructuras armadas ilegales como las FARC, el ELN y grupos paramilitares. La hoja de coca ha estado entonces ligada a actividades ilegales y los principales esfuerzos del gobierno de Colombia para combatir a los grupos ilegales, consiste en combatir la producción y tráfico de drogas.

     Uno de los principales indicadores utilizados para dimensionar la producción y el tráfico de drogas es el número de hectáreas de hoja de coca sembradas, por lo que los esfuerzos gubernamentales se enfocan en erradicar los cultivos a través de fumigación aérea y erradicación manual. Desde comienzos de la década del 2000, Colombia ha recibido apoyo de EEUU a través del Plan Colombia, creado por ese país como parte de su guerra contra las drogas, para combatir la producción y tráfico de drogas, así como a los grupos armados ilegales, logrando muy pocos resultados efectivos que generen una disminución en el cultivo de la coca y justifiquen la enorme inversión de recursos financieros y humanos hecha en estos años. Para referencia, el número de hectáreas cultivadas cayó a un mínimo de 48.000 en 2012, con un repunte a 154.000 en 2019. La estimación es que la producción de cocaína a nivel mundial se duplicó entre 2014 y 2018, y un 35% de las incautaciones se realizaron en Colombia, con el alarmante dato de que el 90% de la cocaína incautada en EEUU en 2018 provino de Colombia.

 

Cultivo

 

     Ahora bien, ¿por qué los campesinos cultivan coca? La falta de acceso a vías y carreteras, al igual que los bajísimos precios de los productos agrícolas hacen que la coca sea para muchos la única opción de subsistencia. La coca es el único producto agrícola en Colombia con un mercado que ofrece precios mínimos y garantiza que toda la cosecha tendrá comprador. Los compradores, que son generalmente traficantes y grupos armados ilegales, son quienes establecieron un precio de compra que está ligado al mercado internacional de cocaína. Este precio garantiza que el cultivador obtenga una ganancia que le permite a los campesinos, sin acceso al sistema bancario y generalmente sin títulos de propiedad sobre la tierra, obtener créditos de los comerciales y tenderos locales para acceder a insumos como fertilizantes, y alimentos básicos para subsistir. La coca es el único producto para el que la logística está resuelta: mientras que para los cultivos lícitos, los campesinos deben enviarlos de forma independiente al mercado, generalmente con unos costos asociados altísimos, que incluso pueden volver inviable financieramente el cultivo, y por vías y carreteras en mal estado, para la hoja de coca los compradores recogen la cosecha directamente en el cultivo.

      El constante flujo de efectivo de la coca, con pagos que llegan 3 o 4 veces en el año, les ha permitido a muchos campesinos mantener a sus familias e invertir en su futuro. Estas inversiones pueden ir desde expandirse a otros tipos de cultivos y productos hasta garantizar una educación básica o superior para sus hijos. Algunas campesinas lo describen como el único medio de conseguir seguridad financiera, especialmente si son madres cabeza de familia. Este flujo de efectivo también puede ser un peligro y riesgo para las comunidades, pues pueden existir zonas de conflicto entre dos o más grupos armados, y puede atraer a ladrones y criminales que se llevan todas las ganancias.

 

Erradicación

 

     Durante años se ha tratado de controlar la producción de hoja de coca y de cocaína por medio de la erradicación forzosa. La poca eficacia de la erradicación se debe a que la resiembra es fácil y económica en el país.

     La erradicación forzosa se hace de manera manual con el acompañamiento del Ejército. Sin embargo, esta actividad tiene un costo enorme en términos de heridos o muertos debido a enfrentamientos directos con grupos armados, o por minas antipersonales. La Fundación Ideas para la Paz (FIP) encontró que una de las dinámicas que ha impulsado la instalación de estos artefactos por parte de las organizaciones armadas ilegales es el aumento de los cultivos ilícitos. Su instalación tiene el propósito de restringir el acceso, proteger las plantaciones y disuadir la intervención de la Fuerza Pública.  

     Buscando reducir el número de heridos y muertos debido a la erradicación manual, se propuso la aspersión aérea. Sin embargo, el costo de erradicar con aspersión aérea una hectárea de hoja de coca es mayor a su valor del mercado y el efecto de fumigar una hectárea adicional reduce el área de cultivo en solo 2%. Este pequeño efecto no justifica el enorme costo monetario y de vidas humanas que genera la aspersión aérea, al igual que los impactos en la salud de la población. La erradicación forzosa tiende a desplazar los cultivos y la presencia de actores armados ilegales a otras zonas del país.

     Esta aspersión aérea utiliza el glifosato, un herbicida que ha sido clasificado por la Organización Mundial de la Salud como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”. Esta actividad aumenta la probabilidad de sufrir problemas dermatológicos y abortos, al igual que afecta negativamente a animales, plantas y ecosistemas. Estas características de la aspersión aérea afectan negativamente los niveles de confianza en las instituciones del Estado y complicar la implementación de los Acuerdos de Paz y solo fortalecen el vínculo entre los beligerantes y la población local, lo que dificulta la lucha del gobierno contra estos grupos armados ilegales. Además, la aspersión incrementa la probabilidad de trabajo infantil, deserción escolar y rezago en educación de los niños campesinos.

     Las políticas implementadas por el Estado colombiano para erradicar los cultivos de coca y sustituirlos han sido infructuosas. El fortalecimiento de la presencia del Estado y la oferta de servicios y bienes públicos junto con la sustitución voluntaria son las alternativas que suponen mayor inversión pero que pueden tener un mayor impacto en el largo plazo.

 

Sustitución en el papel

 

     El Programa Nacional Integral de Sustitución (PNIS) de Cultivos de Uso Ilícito es una apuesta nunca antes desarrollada en Colombia para resolver el fenómeno de las drogas ilícitas de la mano con las comunidades. Hace parte del Punto 4 ‘Solución al Problema de las Drogas Ilícitas’, del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera entre el Estado Colombiano y la guerrilla FARC-EP y es un capítulo especial de la Reforma Rural Integral -RRI- (Punto 1) para transformar de manera integral las condiciones de vida de las comunidades rurales, mediante la superación de la pobreza y de la brecha entre el campo y la ciudad. El PNIS se basa en procesos de construcción y desarrollo participativos a través de asambleas comunitarias.

      El PNIS está pensado como un programa que permita dar solución al problema de cultivos de uso ilícito, reconociendo que el desarrollo de esta economía se origina y fortalece en su mayoría por la situación de pobreza, la falta de desarrollo en los territorios, el abandono del Estado y el conflicto armado, entre muchos otros factores que afrontan las comunidades rurales del país. Este punto quedó estrechamente ligado con el punto 1 “Reforma Rural Integral”, pretendiendo lograr una reforma estructural del campo que permita superar las condiciones que durante años han fortalecido el desarrollo de esta economía ilícita.

      Algunos de los principios y elementos que se deben cumplir para poder realizar la implementación del PNIS son: la integración con la RRI, la participación y concertación, el enfoque diferencial y la seguridad en los territorios, entre otros. Desde que se empezó a implementar el programa, inclusive antes de la firma del Acuerdo Final, se registró la firma de aproximadamente 30 acuerdos entre campesinos cultivadores de hoja de coca y el gobierno, algunos de ellos, de carácter colectivo y participativo, en los que las comunidades han expresado la voluntad de transitar hacia el desarrollo de economías lícitas; en otros se han dado acuerdos institucionales, donde las alcaldías y otros entes gubernamentales han expresado su intención de apoyar la sustitución. Sin embargo, algunos de los acuerdos colectivos firmados por las comunidades no se llevaron a cabo por no haber cumplido con la concertación y participación, lo que en esos casos permitió identificar las dificultades que aún tiene el acuerdo para ser cumplido plenamente.

      El PNIS ha tenido varias dificultades para su implementación. La principal dificultad que se ha encontrado es la falta de voluntad política del gobierno para fomentar la participación y concertación con las comunidades y con ello, el establecimiento de los compromisos que permitan implementar proyectos integrales que vayan más allá de proyectos productivos y se le garantice a estas poblaciones otros derechos y bienes públicos concurrentes que permitan crear las condiciones necesarias para la superación de las problemáticas asociadas a este tipo de cultivos. Otra dificultad que preocupa notablemente es la falta de concertación e inclusión de las comunidades Indígenas y Afrodescendientes en el programa, reconociendo las particularidades, las diferencias culturales y las características de sus territorios.

     El PNIS ofrece nuevas oportunidades y crea unas mejores condiciones que posibiliten el inicio de un proceso de erradicación de ese tipo de cultivos destinados al tráfico de drogas, a diferencia de otros programas y políticas, tiene la intención de construir soluciones de manera participativa con las comunidades rurales que localizadas principalmente en los territorios del conflicto armado interno que vieron en la economía de los cultivos de uso ilícito una fuente de ingresos.

     En su primera fase, el PNIS se enfocó en socializar el programa con las autoridades locales y regionales y en firmar acuerdos colectivos, de los cuales hacen parte cerca de 115.000 familias que reportaron algo más de 89.400 hectáreas de coca. Superada esta etapa, el PNIS comenzó su implementación con la firma de acuerdos individuales y los primeros pagos a las familias.

 

Sustitución en la vida real

 

     Hay una gran variedad de productos que pueden sustituir a la coca y que pueden generar ingresos a los campesinos. El cacao es uno de ellos. En Colombia más de 1.300 campesinos de 8 regiones del país dejaron de cultivar coca para impulsar un proyecto legal orientado a dar a conocer la calidad del cacao local en el mundo. Colombia tiene de los cacaos más finos del mundo por lo que cuenta con reconocimiento a nivel mundial que puede traducirse en mayores precios.

     Con el proyecto “Promoción del cultivo de cacao en zonas afectadas por cultivos ilícitos” se adelanta desde noviembre de 2017, el contrato entre FEDECACAO y el Fondo Colombia en Paz con el fin de promover el cultivo del cacao en zonas afectadas por cultivos ilícitos mediante el establecimiento de viveros para la producción de material vegetal de cacao y capacitación y orientación para la siembra y el establecimiento del cultivo a las familias vinculadas a la Sustitución Voluntaria de Cultivos Ilícitos.

     Las zonas de incidencia son en Tumaco, Nariño; San José y el Retorno en Guaviare; Puerto Concordia y Mapiripán en Meta; Tibú en Norte de Santander; la Montañita, Doncello, Puerto Rico y San Vicente del Caguán en Caquetá; Puerto Asís en Putumayo, y Briceño, Tarazá y Cáceres en Antioquia. El total de familias beneficiadas son 1.070, de las cuales 646 están en Antioquia (60,4% del proyecto), que se distribuyen así: 162 en Briceño (25%), 180 en Cáceres (28%) y 304 en Tarazá (47%).

     El proyecto en total invirtió en el país un total de $11.553 millones, sin embargo, para el caso de Antioquia la inversión asciende a $7.673 millones, un 66,4% del valor total del proyecto. Para el caso específico de Briceño la inversión asciende a $1.933 millones un 16,7% del valor total del proyecto.

     En cuanto a actividades el proyecto se consideró dos etapas, en la primera se adelantó el montaje de viveros y entrega de material vegetal de cacao y sombríos para que cada familia sembrara una hectárea de cacao (1.000 plantas), y en la segunda contempló, análisis de suelos, visitas a predios, eventos de capacitación y gira de productores.

 

Editorial

 

     Pequeñas chocolateras como Kilimbo también jugamos un rol importante. Nosotros buscamos generar alianzas directas con el cultivador, eliminando los intermediaros que generalmente quedan con una gran parte de las utilidades. También negociamos el grano con precios mayores, que incluso pueden llegar a ser el doble en algunos casos a los de referencia del mercado. Buscamos generar incentivos reconociendo la labor y el esfuerzo que hacen los campesinos al sustituir los cultivos ilícitos y que ven en el cacao una salida para la pobreza de las comunidades.

      Todos los actos de consumo son un acto político. A veces no somos conscientes de las consecuencias de nuestros actos cotidianos, sobre todo a la hora de decidir lo que compramos. Evidentemente, el consumo no sustituye el voto democrático, pero tiene relevancia a nivel social, político, económico y medioambiental. Es por esta razón que creemos en apoyar a los campesinos que se arriesgaron a apostarle al cultivo de cacao para el desarrollo de las comunidades y la consolidación de la paz en las regiones más olvidadas del país.

 

 

 

 

Fuentes:

 

  • https://www.crisisgroup.org/es/latin-america-caribbean/andes/colombia/87-deeply-rooted-coca-eradication-and-violence-colombia
  • https://www.dw.com/es/descienden-los-cultivos-de-hoja-de-coca-en-colombia-aunque-sube-la-producción-de-droga/a-53851628
  • http://www.mamacoca.org/feb2002/informe_la_coca_no_es_cocaina.html
  • http://www.fedecacao.com.co/portal/index.php/es/2015-04-23-20-00-33/1409-gobierno-invirtio-mas-de-11-mil-millones-para-sustituir-cultivos-ilicitos-por-cacao
  • https://www.infobae.com/america/soluciones/2021/05/27/la-sustitucion-del-cultivo-de-coca-por-el-de-cacao-puede-ser-una-alternativa-de-vida-pacifica-para-las-comunidades-cocaleras-de-colombia-y-peru/
  • https://cesed.uniandes.edu.co/wp-content/uploads/2019/11/ES-EFICAZ-LA-ERRADICACION-FORZOSA-DE-CULTIVOS-DE-COCA-Corregido-20nov2019-1.pdf
  • https://www.ideaspaz.org/publications/posts/1734